Opinión de Osvaldo Avila Tizcareño
En las últimas semanas la situación se ha vuelto compleja en todos los ámbitos de la vida pública del país y por ende nuestra entidad no podría ser la excepción, incluso en algunos rubros los hechos resultan francamente preocupantes porque afectan el bienestar de la población. Está claro que la mayor parte de los problemas sociales tienen causas estructurales, por ello pido a los defensores a ultranza del gobierno que le dediquen unos minutos al contenido de este documento a efecto de entender que no es una crítica partidista o descalificación “a priori” de las nuevas autoridades o en caso contrario, de la administración que está por concluir.
Considero que la naturaleza de los asuntos obliga a dimensionarlos en sus justos términos y plantear alternativas de solución; creo sinceramente que nada abona evadir los problemas y culparse unos a otros, sino que valdría más la pena diagnosticarlos correctamente y ofrecer opciones resolutivas a los retos actuales en los ámbitos de la salud, economía, seguridad, gobernabilidad, educación y muchos etcéteras más. Veamos.
Son casi dos meses en que es notorio el incremento de los asesinatos violentos, este asunto ha provocado que Zacatecas sea centro de atención en los medios noticiosos nacionales debido a que un día sí y otro también nos despertamos con la nota roja por terribles acciones criminales perpetradas a cualquier hora del día. Sobresale que las cifras oficiales admiten que en lo que va del año 2021 se presentó una tasa de 37 homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, esto es una auténtica hecatombe que siembra pánico por la inseguridad pública que prevalece y nadie puede parar.
Por otra parte, el pasado 11 de agosto se reportó el número más alto de contagios de COVID-19, alcanzando 343 casos positivos, cifra que fue el récord en la entidad en comparación con 2020 y un día antes, aunque el número de contagiados fue menor, llegamos a 15 defunciones en una solo jornada. Empero, este dato ha sido precedido por cifras similares que van en ascenso y aunque se pretende descargar la responsabilidad a la gente, que en efecto ha relajado las medidas de protección, el gran problema tiene su origen en la terrible situación económica sufrida por la mayoría de las familias que no pueden quedarse en casa para evitar el contagio debiendo salir a trabajar pues requieren asegurar el pan de cada día. Y aunque en efecto, han proliferado algunas fiestas y reuniones familiares, el fondo del problema es económico, por ende bastante difícil de resolver provocando agudización de la crisis sanitaria.
Pero no sólo en la salud se han sentido los efectos de la pandemia, la situación económica es francamente desoladora; hay mucha gente desempleada, los negocios están en ruta a la quiebra, se padece el alza indiscriminada de los precios del gas y de alimentos de primera necesidad, situación que será peor si cambia el semáforo epidemiológico al color rojo.
En este escenario se aproxima el cambio de gobierno. Las campañas proselitistas ya quedaron atrás, los dimes y diretes, además de la guerra sucia que empañaron a las propuestas ya no están, pero lamentablemente tomaron su lugar nuevos actores de las descalificaciones.
Ahora ya no son los candidatos los que promueven la polarización, los ataques verbales se dan por parte de quienes asumirán responsabilidades del gobierno entrante y ante las dificultades que prevén, apresuradamente se esfuerzan por culpar al pasado, lo hacen amenazando con implacables auditorías para detectar irregularidades apropiándose de la tarea de fiscalización olvidando que su objetivo es resolver problemas de la sociedad zacatecana.
En ese mismo sentido generan confrontaciones innecesarias que en nada contribuyen a la pacificación del momento actual, ahondando con ello la crisis política que está presente por varios años y se esperaría fuera superada con el fin del proceso electoral y el arribo de las nuevas autoridades para poner en práctica el proyecto de transformación.
Por si lo anterior fuera poco, sumemos el tema de la educación. El ciclo anterior transitó con muchas dificultades porque las familias no contaban con internet y los padres sufrieron complicaciones económicas para imprimir los trabajos escolares siendo un auténtico calvario para las mayorías, sin embargo, la situación se avizora aún peor pues el próximo regreso a clases presenciales augura más problemas a falta de condiciones higiénicas, de protección sanitaria y de logística al inicio del nuevo ciclo académico trayendo múltiples riesgos de contagio de la COVID-19 con dimensiones inconmensurables.
En suma en todos los terrenos vivimos hoy una difícil situación, ¿Qué hacer ante ello?, no hay de otra, el gobierno entrante debe ser capaz de aplicar su proyecto para lograr la pacificación de la sociedad, debe promover la creación de empleos bien pagados, además de aplicar recursos para resolver la carencia de obras y servicios públicos. Por nuestra parte debemos fortalecer nuestra unidad disponiéndonos a trabajar organizados para la gestión futura que requerirá de gente progresista con interés de cambiar la realidad, no es sencillo pero más vale ocuparse de ello, estamos a muy buen tiempo.