INTERVENCIÓN DEL DIPUTADO MIGUEL ÁNGEL TORRES ROSALES, DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PARTIDO DE LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA (GPPRD), EN EL MARCO DE LA EFEMÉRIDE RELATIVA AL ANIVERSARIO LUCTUOSO DEL GENERAL IGNACIO ZARAGOZA.
Con su venia Presidenta.
Diputadas y diputados, pueblo de México.
“El día que puedan agregarse nuestros laureles a los siempre frescos de esa tumba que va a cerrarse a nuestra vista; el día en que se firme una paz honrosa, salvándose la dignidad nacional habremos levantado, creedme, el monumento más honorífico a Zaragoza, el más adecuado a la alta nobleza de sus sentimientos”- José María Iglesias.
A tan solo cuatro meses de lograr la gran victoria de las tropas mexicanas frente al ejército francés, un ejército de elite, el General Ignacio Zaragoza, enfermó de tifoidea y murió el 8 de septiembre de 1862, con los más grandes honores.
Su carrera militar y política dan testimonio de la lucha que a inicios del siglo se tenía, en un país que trataba de consolidar su independencia y que pasaba por la dura crisis posterior a la guerra. Cedidos los territorios del norte a Estados Unidos y con una invasión de las tropas francesas al país, la muerte de Ignacio Zaragoza, fue una pérdida irreparable para la lucha democrática y republicana.
Su carrera militar inicia en Monterrey, luchó contra la dictadura de Santa Anna y apoyó a Benito Juárez, durante la Guerra de Reforma, con importantes victorias para los liberales, como la ocurrida en Calpulalpan en diciembre de 1860.
En 1861 fue nombrado Ministro de Guerra y Marina, cargo al que renunció en 1862 para combatir al frente del ejército contra los invasores franceses, que se consideraban el ejército mejor preparado del mundo y a quienes venció en la Batalla del 5 de mayo de 1862.
Llama la atención el discurso que pronunció Felipe Buenrostro, en los funerales de Ignacio Zaragoza, “El General, hombre modesto, ha probado con hechos su ardiente amor a la democracia y a la independencia nacional. Su espíritu guerrero y su patriotismo le hicieron alistarse en las milicias cívicas de Monterrey desde 1853, y tuvo lugar de hacer conocer su valor e inteligencia en las varias batallas a que concurrió, sosteniendo siempre la causa sacrosanta de la libertad y combatiendo a la tiranía.”
La democracia fue un valor que estuvo presente en toda su carrera política y militar, el respeto por las instituciones y el amor a su país le llevaron a incluso renunciar a ser ministro de guerra para poder estar en el campo de batalla al frente de la defensa ante la invasión francesa. Sus primeras victorias, fueron frente a los conservadores que seguían defendiendo la visión única de tiranos que querían un impero en el país.
Sé que esos momentos decisivos en la historia de México se parecen mucho a nuestra realidad actual, con un tirano que quiere hacer con el país su voluntad, jugando con sus corcholatas a la democracia, pero buscando perpetuarse en el poder como cualquier conservador lo haría.
Y hay que decirlo fuerte y claro, en alusión a una frase que de manera reiterada escuchamos desde el pulpito presidencial, “no somos iguales”, efectivamente, no somos iguales, la diferencia es el espíritu democrático, la apertura al diálogo, la discusión y la generación de consensos para gobernar, desde la mayoría, pero para todos por igual.
Del General Ignacio Zaragoza, se deben rescatar la lucha por la libertad de nuestra nación, su aguerrida defensa de nuestra soberanía y la constante búsqueda del camino hacia la democracia de nuestro país.
Momentos difíciles solo pueden ser sorteados desde la unidad y con la firme convicción de que la patria es primero.
El 13 de septiembre de 1862, sus restos fueron sepultados en el panteón de San Fernando, pero su lucha, sus ideales y sus logros han perdurado en la vida de nuestro país, desde su muerte se encuentra en letras de oro su nombre, en los recintos legislativos, Puebla ha llevado su apellido como testigo del reconocimiento a un patriota.
Y como lo dijo José María Iglesias, “solo cuando exista paz en el país y se salve la dignidad de nuestra patria, frente a visos de tiranía y esfuerzos por destruir nuestras instituciones, se levantará el más grande y adecuado monumento a Zaragoza”.
Antes, los gritos eran de la oposición, hoy la esperanza a cambiado de manos.